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La Generación X



Generación X: los veteranos de la nueva juventud.








Retratada con precisión en la primera película de Ben Stiller como director –Reality Bites– la Generación X sucedió a los baby boomers con un sello singular.

Descendientes directos –en el tiempo– de la revolución sexual, al principio de la década de 1990, los jóvenes veinteañeros de entonces empezaron a observar que sus padres ‘revolucionarios’, mayormente identificados y desengañados con la ya desaparecida cultura hippie, se habían vuelto unos desquiciados recalcitrantes divorciados en masa, y que el mundo en el que debían insertarse terminada la escuela secundaria no estaba preparado para recibirlos.

Para los adultos más grandes, sobraban. Para el establishment, como para la matemática, la X era sinónimo de incógnita, los ratones de laboratorio sobre los que se experimentaron desde planes de estudio hasta medicamentos y terapéuticas hoy considerados obsoletos.

Eran tiempos en que la Guerra Fría ya había pasado a ser sólo el recuerdo de una pesadilla, la amenaza de una guerra nuclear global había sido reemplazada por el temible y por entonces aniquilador sida o por la creciente difusión del terrorismo internacional, “las drogas y el sexo ya no tenían más rock and roll”, MTV explotaba en la repentinamente ubicua televisión por cable, mientras Internet preparaba silenciosa su irrupción inminente en la vida urbana.

Cuando niños, los X regresaban de la escuela y, merced a las nuevas modalidades laborales por las que ambos padres salían a trabajar fuera de casa, pasaban una gran parte del tiempo solos hasta la noche, sin supervisión de los adultos; en períodos de vacaciones, días enteros, en especial dentro de las clases medias y más acomodadas, y cuando el nivel educativo de sus padres era más elevado.

    “La Generación X vio nacer al walkman y morir al cassette para dejar paso al CD en sólo 2 actos, asistió a la aparición de la PC y a la obsolescencia del VHS (casi un aborto evolutivo), supo del fax cuando era símbolo de un prestigio fugaz y olvidable.

La Generación X vio nacer al walkman y morir al cassette para dejar paso al CD en sólo 2 actos, asistió a la aparición de la PC y a la obsolescencia del VHS (casi un aborto evolutivo), supo del fax cuando era símbolo de un prestigio fugaz y olvidable, en resumen: se fundió y confundió en la noción de que el mundo es cambio constante y sin dirección precisa, se volvió escéptica y apática, se hizo cínicamente “ni”.

Se ilusionó y defraudó con íconos como Michael Jackson, Kurt Cobain y Nirvana, Jon Bon Jovi, Axl Rose, Whitney Houston, Prince, el Grunge, el Hip hop, la cultura Indie; en la Argentina tuvo equivalentes en ídolos de la clase media como Gustavo Cerati y Soda Stereo, Fito Páez, Mario Pergolini, actores de tiras televisivas juveniles (de La Banda del Golden Rocket a Verano del 98, de Baywatch a Friends), modelos del tipo de Raquel Mancini, Dolores Barreiro o Deborah de Corral.

La vida trágica de Kurt Cobain, ícono de la Generación X, revirtió entre sus integrantes un sentimiento fortalecedor para renacer y rehacerse sobre la base del fervor propio y la fe en sus pares.

A partir de 1990, los medios, los anunciantes y los especialistas del mundo de los negocios se encontraron con este grupo indefinible al que comenzaron a llamar “los veinteañeros desenfocados” (un informe de la aseguradora MetLife los representó como “la generación de Friends, más bien sólo involucrados consigo mismos y tal vez sin objetivos… pero divertidos”) o a incluirlos –en países como Francia– en lo que nombraron la Génération Bof (“generación lo-que-sea”).

Relativamente pocos en términos demográficos (resultado del perfeccionamiento de los métodos anticonceptivos) e híbridos desde una perspectiva racial por la masificación de las migraciones, los X se concentraron más en sus pares, en sus iguales, que en el resto, y quedaron como el queso del sandwich entre los Baby boomers y los Millennials.

Los estereotipos tempranos de los adultos jóvenes de la Generación X los pintaron sombríos, cínicos y descontentos, “rebeldes conformistas”, apáticos, energúmenos, pero al extenderse los estudios, se descubrió que estos calificativos eran también característicos para todos los grupos de edades para la década, en tanto las investigaciones posteriores demuestran que tales cualidades se han profundizado.

En artículo de 1997 “Generation X Recondisered”, la revista Time se retractó de los estereotipos que había publicado 7 años antes y alabó a los X como fundadores compulsivos de start ups de tecnología y microemprendimientos, con una ambición sana, una confianza y un optimismo muy superiores a los de las generaciones mayores.

Contra los recurrentess lugares comunes, la generación universalmente deplorada acaba por ser la verdadera Gran Generación, capaz de enfrentarse con un entorno social hostil en extremo y revertir tendencias que iban directo al abismo a fuerza de trabajo y voluntad; los héroes de los principales desafíos y acontecimientos críticos del mundo, los líderes de los pequeños y grandes movimientos en favor de la humanidad de los últimos 30 años, pertenecen todos a la Generación X

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